El sexo es algo muy goloso.

 ¿A quién no le gusta el sexo? Mueve montañas, mueve a muchas personas del sofá al gimnasio, de comer mal a hacer dieta, hace mentir, engañar, hasta ha hecho que mucha gente se enamore. El sexo engancha, hay personas adictas, como a las drogas, y es que es una explosión de hormonas que te hace sentir bien.¡Cómo para no engancharse, verdad?! 

El sexo y los calentones confundidos con amor, han hecho que la gente haga locuras, por que en una sociedad tan mojigata en la que el sexo sin amor sigue siendo entendido como algo malo, a menudo, llamamos amor a esas mariposas que sentimos en el estómago o algo más abajo... Nuestra psique condicionada por las convenciones sociales, reprime nuestra mente consciente que no quiere dejarnos llamar calentón a lo que no deja de serlo. Estoy bastante convencida de que esos enganches con personas que son nocivas en todos los aspectos, en muchos casos, no todos, no son más que el calentón. El buen sexo que nos dan, la diversión, la dopamina, oxitocina... mariposas en definitiva, pero que nos han planteado como algo que se llama amor para no quedar de putas. Puede durar años, hasta que las consecuencias negativas de la relación de calentón pueden más que los efectos del coctel de hormonas, o hasta que hay alguien que despierta más nuestro interés sexual, sea como fuere, tiene una fecha de caducidad. 

He escuchado a muchas personas hablar sobre sus nuevos amoríos, tratándolos como tales, sin mencionar ninguna cualidad emocional o personal de esa persona, salvo el cómo son físicamente o lo bien que lo pasan en la cama y lo activos que son. Confusión por aprendizaje social, disfraz consciente, por lo tanto hipocresía, o autoengaño, hay muchas relaciones que no tienen pies ni cabeza que se alargan o llegan a crear nuevas vidas. Tal es esto, que he conocido a chicas que han tenido hijos de sus calentones, por intentar tener una relación, por crear una ilusión de pareja que no era tal, que no era sana, con alguien con quien no eran compatibles o que solo quería relación de sexo. La historia es la siguiente:

Tenía una compañera de trabajo con la que empecé a quedar para cenar, salir de fiesta... a través de ella conocí a sus amigas, no eran mala gente, salvo un poco tradicionales y enamoradas del amor. Entre ellas Libia, esta chica, acababa de dejar a su novio de toda la vida, habían comprado hasta una vivienda juntos y la tenían que mantener en alquiler por que de momento, no podían venderla por suficiente dinero como para liquidar el montante de la hipoteca. Mantenían una relación cordial. Según Libia su novio Juan y ella a los 28 años parecían una pareja de más de 50: Llegaban a casa del trabajo, se sentaban a ver la tele o con el pc y casi ni hablaban, ni se tocaban. 

La verdad que los 28, no son una edad para estar tan aposentado, pero es que llevaban saliendo juntos desde los 17, habían crecido juntos y la pasión ya no existía o se había dejado de cultivar. El chico estaba cómodo en su situación, no echaba de menos la pasión o no la buscaba, quizá tuviera una libido más baja, pero para él no existía una crisis, por lo que no le sentó bien la ruptura. Desconozco si Libia en algún momento le había planteado sus necesidades: más sexo, más atención, más diversión siendo él quien las desoía. El caso es, que ella empezó a quedar con otros chicos, a conocer a otras personas abriéndose a nuevas experiencias y a nuevos amoríos, siempre hablaban de amor o de enamorarse. Aquellas chicas, todas tenían novio de muchos años, todas estaban enamoradas o eso decían, les gustaba mucho el tema del romanticismo, hablaban de bodas, vestidos y películas románticas, les gustaba el amor romántico y estereotipado. Menos una, todas acabaron dejando a sus amores de toda la vida.

Cada chico que Libia conocía era su "amor" por así decirlo. Vino un día explicando que había conocido a un chico que la fue a buscar en coche, la llevó a cenar, a un reservado en una discoteca... la había llevado entre algodones, pero que no le había hecho sentir mariposas. (calentón) No le había atraído físicamente, o no lo suficiente para sentir las mariposas en el vientre, por lo que lo descartó y por más que el chico insistió no le hizo caso. Después quedó con Javi, un chico un poco más bajito que ella, moreno, delgado, por el que sintió mariposas... 

"Tiene marcados los abdominales, se le notan hasta la cadera. Grrr ¡Cómo me pone!" Recuerdo que explicaba. 

Empezaron a quedar y el sexo era estupendo, de hecho no solo hablaba de lo que sentía en su cuerpo, si no de lo bueno que estaba Javi. Lo conocí. Un día saliendo por la noche con ella, fuimos a su encuentro a eso de las 2 de la mañana al salir de un pub. Javi de unos 32 años, estaba en el párquing de una discoteca del Vallés, con dos chicos más que parecían cadáveres, tenían la cara de color gris, con ojeras, mirada perdida, pupilas dilatadas y un cigarro "aliñado" cada uno. Él, tenía las pupilas dilatadas, mejor color que los otros dos, pero una risa muy sospechosa y otro cigarro el su mano, que soltó en cuanto llegamos. Libia me dijo que estaban metiéndose, pero que Javi no, que él solo iba un poco borracho. No le dije nada, pero era obvio que se mentía a sí misma más, de lo que lo hacía Javi. Para más inri de la historia, Libia explicaba que la primera vez que se enrolló con Javi en su casa, encontró en el piso todas las cosas de su ex: ropa, joyas, ... Se había marchado con su hija bajo el brazo, y lo puesto, dejando atrás literalmente hasta las bragas. Libia no quiso pensar más que la chica estaba loca. 

"Hay mucha loca", según le decía Javi. 

Mirando hacia otro lado siguió su emparejamiento, con él. Javi tonteaba con cuanta chica podía por aplicaciones, y allá a dónde iba. Libia lo vigilaba como un halcón, pero eso no impedía sus infidelidades. Por si no había suficiente con todo esto, Javi desatendía a su hija, la cual debía de mantener, pero cuya pensión no pagaba la mayor parte del tiempo. Se gastaba todo el dinero en salir de fiesta. Tampoco mantenía mucho tiempo un trabajo. Dejaron la relación dos o tres veces, hasta que en una de esas idas y venidas Libia se quedó embarazada. ¡Pam! ¡Mazazo! Ella que quería ser madre, sus amigas que querían tener bebés, vieron en el embarazo ajeno una oportunidad de jugar con el Babyfever, haciendo presión para que lo tuviera, el cargo de conciencia de no querer "matar a un ser vivo", la presión social del aquelarre... decidió llevar el embarazo adelante. 

En una relación que agonizaba, con una persona infiel, que se drogaba, era irresponsable, mentiroso, que no la hacía feliz, se plantó con un embarazo. Lógicamente el desenlace no fue más que al nacer la niña, se acabó todo. La nube en la que vivía Libia se disipó a la misma velocidad que sus hormonas volvían a la normalidad. Se quedó sola, con su hija de un padre que no la va a atender, ni cuidar, ni mantener. Cabe destacar, que en esta historia, tal cual se puede leer, nunca la escuché alabar las cualidades humanas de Javi, ni hablar bien de su relación con él. No las había, pero ella se quedaba anonadada con que la llevara a cenar, con un regalo por su cumpleaños... cosas que no definían a Javi como buena persona, que no describían su relación como buena, eran migajas de amor. 

La historia de Libia es el más claro ejemplo de cómo el enaltecimiento del amor romántico, de la obligación de vincular sexo-amor para ser socialmente aceptadas, ha acabado haciendo infelices a tres personas: Libia, Javi y su hija. No juzgo la decisión de Libia de tener a su hija, lo que planteo es que se confundió el amor con el sexo. Incluso yo, he tenido muchos calentones, muchos. Me decía a mí misma, que me había enamorado que me gustaba tal chico, pero lo que recuerdo es solo sentir mariposas en el vientre y que me atrajeran cualidades físicas de las personas en cuestión. Siendo adulta me ha costado admitir que eso era así. A veces, a posteriori, me he inventado las cualidades que quería en una pareja en esa persona, para seguir teniendo maneras de justificar que alguien que me ignoraba, o que casi ni trataba, me siguiera gustando: " Tenía ganas de follármelo, o me gustaba follármelo. " Lo admito. No sentía amor, ni recuerdo las cualidades que tenían muchos de esos chicos. 

Ya no me castigo por querer solo sexo con alguien, o por admitir que me pone, forma parte del tratarme con más amor sin tener en cuenta convenciones sociales. Tener sexo es bueno, tener ganas de sexo es natural. Estoy segura de esas cosas, y el aprendizaje ha pasado por desaprender cosas que "estaban bien". Soy consciente de que, si no puedo hablar de cómo es una persona, sobre sus cualidades reales, no puedo decir que esté enamorada. A veces, iniciamos relaciones por puro sexo y calentón que no conducen a nada y acaban, otras no.. No está mal equivocarse o divertirse un tiempo poniendo nombre a cada cosa sin vergüenza ni culpa. 

El sexo es algo estupendo, divertido, que se puede practicar con personas que no sean tu pareja con consenso y cabeza. Te llena de energía, te quita el estres, es una forma como otra cualquiera de relacionarse, como hablar o escribirse, como dar un abrazo o compartir una afición, no tienen porqué ir todas juntas pero es algo natural. Tener relaciones con personas que no son tu pareja es sano, siempre que las dos personas lo hablen y tengan claro lo que tienen o lo que desean a largo plazo. 

Hay amores y parejas que han empezado a conocerse así, compartiendo primero solo sexo, ha sido una manera de comenzar a conocer a la otra persona. ¿Qué tiene de malo? No hay que aceptar la dictadura de otras personas o instituciones sobre el sexo o sobre cómo conocerse para ser feliz o tener relaciones sanas. Sin vergüenza.  

Me siento bien cuando tengo relaciones sexuales con personas que no son mi pareja. Nos divertimos juntos teniendo sexo, como me puedo divertir hablando y riendo con amigas. Lo mejor es que he aprendido a no sentirme culpable por ello: una o dos o tres veces al mes necesito tener relaciones sexuales, me gusta y mi libido, mi cuerpo me lo piden. Si me quieren llamar puta que me lo llamen, pero soy feliz así, és más,  con eso se hacen más daño a sí mismos que mí son los prejuicios con los que no solo juzgan a los demás, si no a sí mismos. 

Desestigmatizar el sexo sin compromiso es muy importante a la hora de crear una sociedad sana emocionalmente, evitar comportamientos y situaciones que hacen daño. 

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